No hay nada peor que una torta seca. Aunque el sabor quede rico, aunque se note el esfuerzo, una masa seca hecha a perder el postre. Es triste. En serio, es como decir «hubiera podido quedar rico, pero no». Es una razón válida para botar todo a la basura gritando «Esó es una mieldá». Generalmente, eso se provoca porque la proporción de harina quedó desequilibrada con el resto de los ingredientes y absorba la humedad de la masa, o porque hay demasiado polvo de hornear y que al hincharse demasiado, la masa se reseca.
Sin embargo existe una solución muy fácil para obtener una masa más mojadita. Dejemos las cosas claras al tiro: no se trata de agregar más mantequilla o aceite. ¡No queremos ahogarnos con el primer mordizco o subir 10 kg con sólo mirar la torta!
El secreto es agregar un poco de leche a la preparación. ¡Si, leche! Aunque la receta original no contenga este ingrediente, cuando ven que la masa les quedó demasiado espesa, échenle un poco de leche y revuelvan bien. Así quedará más mojadita sin tener que agregar más grasa. Lo ideal es echar la leche de a poquito para no caer en el exceso inverso de una masa que no se seca nunca ;)
Este tip también sirve para obtener un brownie o un «fondant» más cremoso sin agregar más mantequilla de lo que ya contiene y así obtener un postre relativamente más liviano.
Si no les tienen miedo a las calorías y que además quieren agregarle sabor a su preparación, también pueden echar una cucharada de mermelada. Eso queda especialmente rico con los muffins (como en esta receta de muffins de arándanos) y otros postres con fruta.